domingo, 15 de julio de 2018

Historia de la Estancia Pinas

El Parque Nacional de la región chaco seco, o
parque nacional Traslasierra es área natural protegida, creada mediante la ley n.° 27435 en marzo de 2018 y que aún en proceso de implementación. Será administrado por la Administración de Parques Nacionales

Su territorio comprende el área de la antigua
“estancia Pinas”,  un enorme latifundio, de más de cien mil hectáreas (cinco veces el área de la Ciudad de Buenos Aires), ubicado en el oeste cordobés entre los departamentos Minas y Pocho y lindante con La Rioja. Resguarda un importante fragmento del bosque que alguna vez cubrió doce millones de hectáreas en la provincia de Córdoba y ahora se limita, según la ley de bosques de la provincia, a sólo dos millones de hectáreas. Considerando solamente los bosques en buen estado de conservación, esa superficie es de sólo seiscientas mil hectáreas.

Alberga animales como el pecarí chaqueño, considerado en riesgo de extinción por la Unión Internacional para Conservación de la Naturaleza. Esta especie fue recientemente descubierta en la provincia, ya que sólo se contaba con registros de provincias del norte de Argentina. Además, en la Estancia Pinas se encuentran las que, probablemente, sean las últimas manadas de guanacos salvajes de la provincia.

La historia de la estancia es tan curiosa como su fauna:
sus dueños originales fueron los comechingones, que a la llegada de los conquistadores españoles, en el siglo XVI, habitaban las sierras de las actuales provincias de Córdoba y San Luis.

Otro hito en el recorrido señala que las tierras fueron enajenadas en 1740 por el capitán don Francisco Calderón a don José González, quien determinó sus límites y áreas circundantes.

Antes de morir, González legó el latifundio a la Orden Franciscana.

Pero como los frailes locales de la hermandad fundada por San Francisco de Asís no tenían demasiado interés en conservarlo ni en explotarlo decidieron venderlo para atender las necesidades urgentes de ese momento con el dinero que resultara de la operación.

Diego Salguero de Cabrera pagó por la propiedad 200 monedas de plata corriente y 42 fanegas de trigo puestas en Río Segundo.

Salguero de Cabrera traspasó después el campo a su sobrino Mariano Salguero de Cabrera quien estaba casado con doña Flora Oviedo. De este matrimonio nacieron Gervasio y Trinidad, quienes al morir, solteros y sin hijos, legaron la estancia a Basilio Antonio Cincunegui del Castillo, maestro de artes y vicario del curato de Pocho, también conocido como Juan Francisco Singuney.

El 1833, el presbítero comenzó la construcción del oratorio de San Roque, que inauguró cinco años después.

Un tal Santiago Lewry aparece más adelante como titular del vasto inmueble.

El resto de la historia es bastante conocido. En 1908 compró la estancia el legislador santafesino Lisandro de la Torre. Lo hizo con un crédito y la idea de armar un emprendimiento ganadero.

Una prolongada sequía hizo fracasar el proyecto. El “Fiscal de la República” resolvió entonces cambiar de rubro y tendió una vía férrea de 50 kilómetros para sacar en tren la madera dura que le extraía al bosque nativo.

Las dificultades para saldar el crédito, la debacle económica en la que cayó y los embates implacables que ejecutaron en su contra los enemigos políticos llevaron a De la Torre a quitarse la vida.

Tras la trágica muerte, el banco Español se hizo de la estancia y la sacó a remate. La compró una sociedad integrada, entre otros, por Juan Feliciano Manubens Calvet, quien poco después quedaría como único dueño.

Este terrateniente falleció en 1981.

Desde entonces, la estancia integra la masa hereditaria que es objeto de una intrincada disputa judicial. Los bienes de su herencia son administrados desde entonces por la justicia provincial. Es probable que esta falta de definición sobre sus propietarios haya sido la salvación para el ambiente que alberga Pinas. De esta forma, el relicto de bosque se sustrajo a los periodos de mayor devastación ambiental de la provincia, que tuvo tasas de deforestación récord del 2,5% anual entre 1998 y 2006 y de 1,16% entre 2006 y 2011.

Los departamentos Pocho y Minas están entre los más pobres de la provincia, lejos de los barrios privados que rodean la ciudad y de los valles que visitan los turistas. La expropiación de Pinas brindaría a sus pobladores la posibilidad de integrarse en un proyecto de desarrollo sostenible, demostrando la falacia de quienes imponen el destructivo modelo ganadero en el noroeste de Córdoba como la única alternativa de progreso.